Y ocurrió que un día una mujer entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado.
Para su sorpresa descubrió que un niño de siete años se encontraba detrás del mostrador.
- ¿Qué vendes aquí? Le preguntó
- Todo lo que tu corazón desee, respondió el chico.
Sorprendida de la respuesta ingenua del chico, sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, la mujer decidió pedir lo mejor que un ser humano podría añorar.
Deseo que este año haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor y luego tras un instante de vacilación añadió: no sólo para mí, sino también para todo el mundo.
El niño se sonrió y le dijo: creo que no me has comprendido.
Aquí no vendemos frutos. Únicamente vendemos semillas.
jueves, 24 de abril de 2008
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